sábado, 12 de diciembre de 2009

¡¡VAYA DESASTRE!!

Sorprendió el pasado viernes la ausencia de Valeije a la convocatoria, (por desmotivación) cuando mejor estaba jugando, sustituyendo a sus compañeros en las ausencias y hasta fuera de su sitio habitual...

¡Inesperada derrota! (1-2)
El Sporting se vio sorprendido por el juego visitante y cayó ante un rival a priori más débil. Parecía un partido propicio para que el Sporting sumase los tres puntos en juego, pero esta mañana la suerte no estuvo del lado de los Marratxiners.

El partido comenzó con los locales llevando la iniciativa y el Poblenç Atc. contrarrestando bien esta situación gracias a la presión que realizaron en la medular, lo que obligaba a la defensa del Sant Marçal a sacar el esférico desde atrás sin demasiado criterio. El Sporting jugó una buena primera parte y se adelantó en el marcador, pero los despistes defensivos en balones largos acabaron costandole el partido.
Desde aquí es fácil hecharle la culpa a cualquiera, yo no voy hablar de la mala suerte de la defensa ni el desacierto de los delanteros... Ningún tiro libre era con jugada preparada, los jugadores ni sabían a quien pasarle la pelota, disparaban a puerta desde 30 metros sin hacer ningún centro, eso demuestra la mediocridad del entrenador.
El eslabón más débil del fútbol es el entrenador, pero en el Sporting esa condición se amplifica y se hace especialmente grave, dados los resultados vistos en los últimos encuentros y posiblemente en los que sigan seguro que firmaría por bueno el resultado de empate, aunque solo sume un punto, y aunque sumar siempre va bien, hay que arriesgar. Además, no me gustan los entrenadores que cuando todo marcha bien, el mérito es de todos (o suyo), y cuando todo marcha mal la culpa es de los jugadores. ¿Conocerá el significado de las palabras solidaridad?. Nunca le he visto autoculparse y decir que la culpa es de él, y no de sus jugadores.
Hay gente que no sabe más de entrenar que yo de chino, y para eso es mejor no probar, para no hacer el ridículo e ir de que sabes (en fin, no tenemos nada mejor... mientras no acabemos entrenando al pañuelito).
El lema de la afición consistía en el 'patadón a seguir'. Un lanzamiento en largo a la retaguardia contraria que procurase a los Marratxiners el beneficio del rebote. A partir de ahí construirían la estrategia ofensiva que desmantelase a los visitantes. Cualquier equipo de medio nivel hubiera opuesto como recurso la salida del balón y la conexión fluida entre las líneas, pero el Sant Marçal se encontraba desprovisto de lucidez y de antídotos.
El fútbol es raro, como la despiadada y deseada fortuna. Un juego caprichoso que no da pie a presumir de un futuro un sábado cuando puedes ser destruido al otro como un juguete en manos del próximo rival.
Es difícil que si la luz que alumbra el barco del equipo está apagada, se llegue a un buen Puerto.
P.D. Por cierto, (para los suspicaces) la misma crítica hubiera hecho jugando Valeije.

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